Despedida

El campo se mostraba bañado de amarillo como si una tormenta de sol hubiese descansado en esa llanura.

Su mirada lo decía todo, sabía lo que iba a pasar, pero no perdía la calma. Ella sabía que el final de su vida se estaba acercando, su madre, la dueña del campo estaba moribunda.

Todos le habían dicho su último adiós, menos ella, no podía, cada vez que miraba los penetrantes ojos de su madre, sentía un frío que le helaba toda la sangre.

Tantos momentos, enseñanzas, enojos, risas, todavía no estaba lista, no se podía despedir. Aunque la  madre estaba en los últimos momentos, podía sentir el dolor de su hija.

Cuando llegaba la hora de despedirse de su madre, la hija le dió un abrazo fuerte y le dijo un sincero «te amo». La madre hizo una leve sonrisa que transmitía un mar de emociones, y le mencionó al oído las palabras más dulces que le puede dar una madre a su hija.

Desde ese momento, la hija entendió que esto era solo un adiós, que estaría siempre en su corazón.

Caro Amuedo